La comunidad científica estadounidense se está recuperando de la última medida de la administración Trump: el desmantelamiento planificado del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) en Boulder, Colorado. Esta decisión, anunciada el martes por la noche, representa otro duro golpe a la investigación financiada con fondos federales y ha generado un ambiente sombrío en la reunión anual de la Unión Geofísica Estadounidense en Nueva Orleans.
El impacto en el clima y la ciencia meteorológica
NCAR es una institución respetada a nivel mundial, que emplea a 830 científicos y opera supercomputadoras de vanguardia utilizadas por investigadores de todo el mundo. Desempeña un papel fundamental en la investigación del tiempo, el clima y los sistemas energéticos, con contribuciones directas a campos como la aviación, la predicción de huracanes y la predicción del clima espacial. El centro también colabora con la industria de seguros para evaluar mejor los riesgos climáticos extremos.
Russell Vought, director de la Oficina de Gestión y Presupuesto, planteó el cierre como una forma de frenar el “alarmismo climático”. Sin embargo, los expertos sostienen que esta medida obstaculizará significativamente el progreso científico en Estados Unidos.
Colaboración y avances tecnológicos en riesgo
La decisión afecta no sólo al personal del NCAR sino también a miles de científicos que dependen de sus recursos para la investigación colaborativa. Mohammed Shehzaib Ali, estudiante de posgrado de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, enfatizó que NCAR es “el camino a través del cual colaboramos”. Cerrarlo perturbará asociaciones internacionales vitales e impedirá avances en la modelización climática, la predicción del tiempo y los estudios de contaminación atmosférica.
Antonio Busalacchi Jr., presidente de la Corporación Universitaria para la Investigación Atmosférica, advirtió que el cierre “retrasaría décadas la ciencia en este país”. La pérdida de las capacidades informáticas avanzadas y del entorno colaborativo del NCAR probablemente llevará a los investigadores a otros lugares, debilitando aún más la posición de Estados Unidos en campos científicos críticos.
Un patrón de cortes y salidas
Esta medida sigue una tendencia más amplia de recortes de fondos federales para la ciencia y salidas forzadas de científicos gubernamentales experimentados. El desmantelamiento del NCAR refuerza un patrón de devaluación de la experiencia científica y de socavamiento de la investigación climática, poniendo potencialmente en peligro la innovación futura y la preparación para los desafíos ambientales.
La decisión subraya una tensión creciente entre las agendas políticas y la ciencia basada en evidencia, lo que genera preocupaciones sobre las implicaciones a largo plazo para el liderazgo estadounidense en la comunidad científica mundial.
La medida probablemente acelerará un éxodo de talento y recursos de la ciencia estadounidense, a medida que los investigadores buscan entornos más estables para su trabajo.
























