El presidente Trump ha suscitado el debate al afirmar que Rusia y China están realizando en secreto pruebas de armas nucleares. Esta afirmación, en particular su sugerencia de que estas pruebas podrían estar ocultas bajo tierra, ha generado confusión entre los expertos que monitorean las explosiones nucleares. Sostienen firmemente que las principales potencias nucleares no han realizado pruebas nucleares explosivas desde la década de 1990, cuando entró en vigor el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, que estableció una norma global contra tales detonaciones.
Trump hizo su afirmación en una entrevista del 31 de octubre con 60 Minutes de CBS. “Las pruebas de Rusia y las de China, pero no hablan de ello”, afirmó, y agregó que estas pruebas a menudo se realizan “muy bajo tierra, donde la gente no sabe exactamente lo que está sucediendo”.
Sin embargo, los científicos poseen herramientas sofisticadas para rastrear con precisión las explosiones nucleares. La última nación confirmada que realizó tales pruebas fue Corea del Norte, de 2006 a 2017, en su sitio de pruebas de Punggye-ri. Estas explosiones subterráneas se identificaron rápidamente a través de los temblores que produjeron y la liberación de isótopos radiactivos distintivos creados durante las detonaciones.
Para comprender con qué confianza podemos monitorear la actividad nuclear en todo el mundo, Science News habló con Thorne Lay, sismólogo de la Universidad de California, Santa Cruz, que ha dedicado décadas a la investigación en este campo.
Detección de detonaciones: la mirada atenta de una red internacional
Lay explicó que durante varias décadas ha existido tecnología para monitorear explosiones, ya sean explosiones en el aire, detonaciones subterráneas o explosiones submarinas, en cualquier lugar de la Tierra. Este seguimiento se basa principalmente en la detección de ondas sísmicas, ondas sonoras que viajan a través del agua y el aire, generadas por una explosión.
“Durante los últimos 20 años”, señaló Lay, “ha habido un sistema de vigilancia internacional del que Estados Unidos forma parte”. Este sistema opera una amplia red de:
- Estaciones sísmicas: Seguimiento de vibraciones del suelo
- Estaciones hidroacústicas: Escucha de ondas sonoras submarinas
- Estaciones de infrasonido: Detección de ondas sonoras atmosféricas
- Probadores radioquímicos: Recolección de muestras de aire para identificar isótopos liberados.
Esta red global, que comprende cientos de estaciones, complementa las redes sísmicas existentes que ya monitorean la actividad sísmica en todo el mundo.
El umbral de detección: el tamaño importa
Lay enfatizó que el tamaño mínimo de explosión detectable depende de su ubicación en relación con estas estaciones de monitoreo. “Por regla general, podemos controlar todo el mundo hasta una magnitud de 4”, afirmó. Esto corresponde a una explosión de un kilotón (una quinceava parte del rendimiento de la bomba de Hiroshima).
Sin embargo, en áreas con sitios históricos de pruebas nucleares, las calibraciones precisas permiten la detección de explosiones significativamente más pequeñas, muy por debajo de los niveles de kilotones.
La dificultad de ocultar: opciones limitadas para enmascarar
Lay abordó la sugerencia de Trump de que las pruebas subterráneas podrían ocultarse efectivamente. Si bien detonar un arma dentro de una vasta cavidad subterránea podría reducir marginalmente la señal de sonido, es poco probable que enmascare completamente el evento. Esta estrategia sólo funcionaría en estaciones de monitoreo cercanas y es ineficiente en comparación con la sensibilidad de los sistemas de detección modernos.
Distinguir la explosión nuclear de otras explosiones
Lay explicó que distinguir una explosión nuclear de otros tipos se basa en varios factores clave:
- Magnitud: Las explosiones que superan la magnitud 6 son excepcionalmente difíciles de lograr mediante medios químicos convencionales.
- Análisis de isótopos: La liberación de isótopos radiactivos específicos, exclusivos de la fisión nuclear, es un indicador definitivo. Las pruebas subterráneas a menudo crean grietas en la superficie que permiten detectar gases que se escapan y que transportan estos isótopos reveladores.
Más allá de las pruebas de explosivos: un matiz en la terminología
Las ideas de Lay resaltan la complejidad que rodea las afirmaciones de Trump, que podrían desdibujar la distinción entre pruebas nucleares explosivas y otros tipos de pruebas nucleares. Estos pueden incluir experimentos con componentes no nucleares como sistemas de propulsión o electrónica, a menudo realizados en entornos controlados sin detonaciones explosivas.
Esta ambigüedad subraya la necesidad de un lenguaje preciso cuando se habla de actividades de armas nucleares. Si bien los sistemas de vigilancia internacionales siguen siendo notablemente eficaces para detectar ensayos nucleares explosivos, una comprensión matizada de los diferentes tipos de ensayos es esencial para interpretar con precisión la actividad nuclear mundial.
























