Un nuevo antibiótico, la sorfequilina, ha demostrado en ensayos clínicos un potencial significativo para mejorar drásticamente el tratamiento de la tuberculosis (TB), acortando potencialmente la duración del tratamiento en meses y aumentando las tasas de curación. Este avance se produce cuando los esfuerzos globales para erradicar la tuberculosis enfrentan reveses debido a recortes de fondos y objetivos no cumplidos de la ONU.
La persistente amenaza de la tuberculosis
La tuberculosis sigue siendo una devastadora crisis de salud mundial: se estima que infectó a 10,7 millones de personas y se cobró 1,23 millones de vidas sólo en el último año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de ser prevenible y curable, la tuberculosis persiste como la principal causa infecciosa de muerte en todo el mundo. Los avances hacia la eliminación de la tuberculosis como amenaza para la salud pública para finales de la década están flaqueando debido a la reducción de la ayuda y la inversión insuficiente.
Sorfequilina: un posible punto de inflexión
El ensayo de fase 2, presentado en la Conferencia de la Unión sobre Salud Pulmonar en Copenhague, involucró a 309 participantes de cinco países (Sudáfrica, Filipinas, Georgia, Tanzania y Uganda). La sorfequilina mostró una acción más fuerte contra la bacteria de la tuberculosis en comparación con los tratamientos existentes, con un perfil de seguridad comparable. Los investigadores creen que el medicamento podría beneficiar tanto a las infecciones por tuberculosis sensibles como a las resistentes a los medicamentos.
“Puedo simplemente ponerte en tratamiento mientras espero entender exactamente cuál es tu situación… No hay necesidad de pasar por todo eso”, dijo la Dra. Maria Beumont, vicepresidenta de TB Alliance, destacando el potencial del medicamento para simplificar el inicio del tratamiento.
La ventaja clave de la sorfequilina radica en su capacidad para evitar largos retrasos en el diagnóstico, que pueden llevar semanas en entornos de escasos recursos. Esto significa que el tratamiento puede comenzar inmediatamente después de dar positivo, en lugar de esperar la confirmación del laboratorio de la cepa específica de tuberculosis.
Simplificación del tratamiento y reducción de la carga sanitaria
Líderes clínicos, como el Dr. William Brumskine del Instituto Aurum en Sudáfrica, prevén una mejor atención al paciente. Un régimen más corto y menos tóxico podría reducir las visitas a la clínica, liberando a los proveedores de atención médica para centrarse en las necesidades individuales de los pacientes. Esto es crucial dado que los tratamientos anteriores para la tuberculosis resistente a los medicamentos requerían regímenes agotadores de 18 meses con tasas de éxito limitadas (alrededor del 50%). El tratamiento estándar actual, introducido en 2019, logra una tasa de curación del 90% en seis meses, y la sorfequilina pretende mejorar esta cifra.
Optimismo cauteloso y pasos futuros
Si bien la evidencia anecdótica de los sitios de prueba ya ha demostrado curas rápidas, los investigadores advierten contra la complacencia. El Dr. Kavindhran Velen, director científico de la Unión Internacional contra la Tuberculosis y las Enfermedades Pulmonares, advierte que un régimen universal de sorfequilina podría desincentivar la inversión en infraestructura de diagnóstico. Tratar en exceso a los pacientes con formas más leves de tuberculosis también podría ser contraproducente.
TB Alliance planea iniciar un ensayo clínico de fase 3 en 2026. El impacto a largo plazo dependerá de cómo se integre el medicamento en los sistemas de salud existentes y si fomenta la innovación continua en el diagnóstico y la prevención de la tuberculosis.
En última instancia, la sorfequilina representa un importante paso adelante en la lucha contra la tuberculosis, pero su éxito dependerá de la implementación estratégica y el compromiso global sostenido para erradicar esta enfermedad mortal.