El familiar cúmulo estelar de las “Siete Hermanas”, conocido como las Pléyades, brilla en los cielos invernales. Pero una nueva investigación revela que esta visión celestial es simplemente la parte más brillante de una enorme familia: una extensa colección de estrellas que se extiende mucho más allá de lo que habíamos reconocido anteriormente. Este descubrimiento innovador remodela nuestra comprensión no sólo de las Pléyades en sí, sino que también ofrece una nueva perspectiva sobre cómo se forman y organizan las estrellas en nuestra galaxia.
Los astrónomos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill hicieron esta revelación combinando datos de dos poderosos telescopios espaciales: el Satélite de Estudio de Exoplanetas en Tránsito (TESS) de la NASA y el Gaia de la Agencia Espacial Europea. Estas observaciones revelaron miles de “hermanos” ocultos esparcidos por todo el cosmos, una vasta red bautizada como el Complejo de las Pléyades Mayores. Este hallazgo duplica con creces el tamaño estimado del grupo, destacando su verdadera escala: 20 veces mayor de lo que se pensaba anteriormente.
Revelando lazos familiares estelares
La mayoría de las estrellas, incluido nuestro Sol, se originan en grupos, pero con el paso de los eones estos hermanos se dispersan, lo que dificulta rastrear sus orígenes. Para resolver este rompecabezas cósmico, los investigadores recurrieron a un “reloj cósmico” único: las velocidades de giro estelar. Las estrellas jóvenes giran rápidamente, mientras que las estrellas más viejas giran más lentamente. Al analizar las velocidades de rotación de miles de estrellas a través de datos TESS y mapear con precisión sus posiciones y movimientos utilizando observaciones de Gaia, el equipo descubrió miembros de la familia Pléyades perdidos hace mucho tiempo y dispersos por todo el cielo.
“Ya no estamos mirando sólo siete estrellas brillantes en el cielo nocturno”, explicó Andrew Boyle, autor principal y estudiante de posgrado en física y astronomía en la UNC-Chapel Hill, “sino más bien una vasta colección de miles de hermanos dispersos entretejidos en todo el tapiz celestial”. Esta investigación innovadora transforma nuestra percepción de las Pléyades de un cúmulo compacto al núcleo denso de una enorme asociación estelar en disolución.
Implicaciones que van mucho más allá de la astronomía
Estos hallazgos van mucho más allá del mapeo astronómico. Las Pléyades son más que un simple objetivo científico; tiene importancia cultural a nivel mundial. Ocupa un lugar destacado en textos antiguos como el Antiguo Testamento y el Talmud, se celebra como Matariki en Nueva Zelanda e incluso adorna el logotipo de Subaru en Japón. Este descubrimiento añade nuevas capas de profundidad a estos pilares culturales.
“Nuestro trabajo revela que muchas estrellas cercanas a nuestro Sol probablemente pertenecen a vastas familias extensas con estructuras complejas”, comentó Andrew Mann, coautor y profesor de física y astronomía en la UNC-Chapel Hill. “Este enfoque nos brinda una nueva forma de descubrir estas relaciones ocultas”.
Al aplicar esta técnica de rotación estelar, los astrónomos anticipan descubrir numerosas familias estelares adicionales en expansión por toda la galaxia, desafiando nuestra comprensión de la agrupación de estrellas y revelando una vecindad cósmica más interconectada. Los estudios futuros pueden incluso arrojar luz sobre los orígenes de nuestro propio sol, ayudando a determinar si él también surgió de un vasto grupo familiar hace miles de millones de años.
“Medir cómo giran las estrellas nos permite identificar grupos demasiado dispersos para detectarlos con métodos convencionales”, concluyó Boyle. “Esto abre una nueva ventana a la arquitectura oculta de nuestra galaxia”.
La exploración de familias estelares como las Pléyades proporciona información crítica sobre la formación de estrellas y planetas, ofreciendo pistas cruciales para desentrañar cómo los sistemas solares –incluido el nuestro– evolucionan en escalas de tiempo cósmicas.
